La semana pasada tuvo lugar una cita muy importante para los fans de la lucha libre profesional. WWE aterrizó en Barcelona para celebrar un evento de Friday Night SmackDown, un show en vivo que abría la gira Road to WrestleMania 41, que ha continuado a lo largo del fin de semana y que tiene su primera cita clave con el show de Raw que se llevará a cabo esta noche en Bruselas.
Después de vivir unos días de auténtica locura, estando presente en la previa de SmackDown en Netflix, palpando el momento surrealista con los fans de WWE en el encuentro de Solowrestling Radioshow, y presenciando el espectáculo del show en el Olímpic de Badalona desde la primera fila, toca hacer balance de lo sucedido, tanto para lo bueno como para lo malo, siendo esto último difícil de medir debido a la euforia vivida.
Lo primero que hay que destacar es la respuesta del público. Fue el punto clave que define lo que hemos vivido. Existía mucha expectación por ver qué papel teníamos respecto a otros países como Francia, que puso el listón muy alto el año pasado. Desconocíamos si en España realmente teníamos esa fanbase de otros lugares, dado que el producto no ha estado disponible en la televisión desde la desconexión en la pandemia. Pero está más que visto que Internet ha mantenido viva esa llama y muchas personas decidieron no descolgarse del producto.
Otro de los puntos positivos a destacar ha sido la implicación de Netflix. Personalmente, pude trabajar con ellos durante esos días y son un equipo fantástico. Su dedicación y el estudio que han hecho con el producto -pese a contar con expertos de apoyo- durante tan poco tiempo, demuestra que comprenden a la perfección las necesidades de los fans. De seguir así, os puedo asegurar que el producto de WWE en España está en buenas manos.
El conocimiento de WWE también ha sido vital. El hecho de darnos un combate de Axiom contra el campeón mundial peso pesado fue un momento fabuloso. El luchador enmascarado llegó a Barcelona entre semana, y todos los sabíamos, pero no imaginábamos que tendría un combate televisado contra Gunther. Desconocemos si ese era el plan inicial, pero jugar con la carta de AJ Styles como distracción funcionó. Fue un premio al esfuerzo de muchas escuelas, como La Triple W, que ha trabajado durante años por sacar adelante el talento local. La dirección acertó en confiar en Axiom, a pesar de no darle el beneplácito de la victoria, y el combate posiblemente fue el mejor de la noche. La exposición de Axiom fue internacional y va más allá de lo ocurrido en el ring, consolidándolo como una de las grandes promesas de WWE.
A pesar de que la sensación de que todo fue maravilloso está a la orden del día, lo cierto es que hay algunos puntos que deberían mejorarse de cara a una posible visita en el futuro. El estudio de mercado inicial no fue precisamente bueno. Los fans salieron muy contentos del show, sí, y valió la pena pagar su entrada, pero muchísimos de ellos nos hicieron llegar su descontento con las rebajas de última hora. Tanto fuera del hotel, como en el encuentro, como en los exteriores del Olímpic de Badalona... ese debate estuvo presente en todo momento. Muchos de esos fans pagaron el triple por estar más lejos del ring y, a pesar de que sabemos que la ley de la oferta y la demanda es así, esto es algo es algo que tienen que mejorar.
Esto también podría atribuirse a la escasa venta de merchandising. Debido a un problema de acceso que tuvo la prensa, pudimos recorrer gran parte del pabellón, tanto por las gradas como por los alrededores, y apenas vimos unos pocos puestos de mercancía, contables con los dedos de una mano. Mi impresión es que WWE asumió que la bajada de precios reflejaba un menor interés del público, pero una vez en el evento, se dieron cuenta de que la demanda era mucho mayor de lo que esperaban.
Otro de los puntos a comentar era la procedencia de los fans de WWE. En el encuentro de Solowrestling, realizamos una pregunta generalizada y nos sorprendimos al ver cómo la mayoría procedían de otros puntos de España (algunos incluso desde el extranjero). En el pabellón sucedió más o menos lo mismo y, a riesgo de equivocarme, podría aventurarme a confirmar que más del 50% de los espectadores no eran de Barcelona. Es algo que sucede en otros países, incluso en grandes shows en Estados Unidos, pero eso podría confirmar que, pese a llenar el Olímpic de Badalona, todavía no estamos en un punto de gran interés a nivel generalizado. La sensación es que la gran mayoría de los presentes eran conocedores, y que muchos de ellos comenzaron a ver wrestling con el boom de WWE en Cuatro o en la fase posterior en Antena 3, del mismo modo que cuando WWE regresó a España en 2006, muchos de los que acudieron al primer espectáculo eran de la época de Telecinco. En ese punto, parece que todavía no hay una conexión con el producto más allá de los fieles seguidores.
En definitiva, la experiencia vivida en Badalona fue indescriptible. Los fans se fueron muy satisfechos, pero tienen memoria. WWE se portó y nos ofreció un show muy dinámico, regalándonos a leyendas como Randy Orton, dejándonos soñar con Axiom y ofreciendo un cambio titular. Esto ya queda en el recuerdo, y ahora toca pensar en el futuro, con la posibilidad de que WWE regrese a España otra vez. Quién sabe, todavía no hay nada confirmado, pero como dijo mi compañero Xavier Ramos en el último episodio de Solowrestling Radioshow: seguramente no tengamos que usar el paraguas.