Corre, guerrero, corre...

Todavía faltaba el último y más bello mensaje que puede dar un guerrero: el de la honrosa retirada.

Corre, guerrero, corre...

Publicado el 10/04/2014
A lo largo de nuestra existencia encontramos historias, personas y personajes que nos gustan y nos entretienen. En ocasiones, además de entretenernos, nos inspiran en la construcción de nuestro futuro. Y a veces, sólo unas pocas veces, nos dejan un mensaje, una enseñanza tan importante que pasa a formar parte de nuestra personalidad y de nuestra forma de ver la vida. Dentro de éste último grupo se encuentran lo que conocemos como héroes.

El wrestling es un espectáculo plagado tanto de héroes como de villanos. Es un cuento, una historia de fábula del bien contra el mal, de la superación contra la desidia, de la unión contra el egoísmo, del ying contra el yang.

Algunos de vosotros recordaréis lo importante que fue la figura de Ultimate Warrior en la expansión que vivió la industria del wrestling a finales de los 80. Si decir wrestling era decir Hulk Hogan, decir Hulk Hogan era también decir Ultimate Warrior. La eterna rivalidad entre estos dos monstruos fue una de las piedras en las que se asentó el wrestling para convertirse en un espectáculo a nivel mundial. Si Hulk Hogan era el ying, Ultimate Warrior era el yang.

Es por eso que la repentina muerte del Warrior es tan sonada para la industria del wrestling. Sobre todo si atendemos a las circunstancias en las que se ha marchado, lo que agranda aún más si cabe su leyenda dentro de este negocio del espectáculo.

Recordemos que Ultimate Warrior ha estado cerca de 20 años sin pisar un ring de WWE. No estamos hablando de alguien que haya estado toda su carrera dedicado a la compañía. De hecho, se podría decir que su paso por la empresa fue más bien corto si lo comparamos con el de otras leyendas de su nivel como Hulk Hogan o Undertaker. Y sin embargo, su legado y su fama sí son comparables a los nombrados, otra de las cosas que lo hace especial.

El Warrior tiene un historial salpicado de polémicas, despidos, juicios y retornos, hasta dejar finalmente la WWE (entonces WWF) en 1996. Estamos, por tanto, hablando de alguien que ha pasado a la historia más por sus polémicas fuera del ring que por sus combates dentro de él.

Hablamos de un icono que rompió la “cuarta pared” del kayfabe. De un tipo que parecía haber perdido la cabeza y haberse creído su propio personaje. De alguien que ha sido ignorado y repudiado por la propia compañía e incluso algunos de los compañeros que hoy lloran su muerte. De alguien que tiene el dudoso honor de ser el único luchador al que la WWE le ha hecho un DVD con el objetivo de destruir su imagen.

Debido precisamente a todos estos problemas y a la forma en la que el propio Ultimate Warrior los ha solucionado en los últimos días de su vida, su leyenda queda encerrada en un círculo perfecto con una sólida moraleja que enseñar.

“El DVD estuvo mal, eso es todo”

Para mi sorpresa y la de muchos, en el año 2013 se arreglaron las desavenencias entre WWE y Ultimate Warrior. Se cerraron todos los capítulos manchados de la novela para abrir el último y más brillante, el capítulo del final. El capítulo que te deja un sabor dulce o, por el contrario, un sabor amargo.

Yo era de los que pensaba que si algún día Vince McMahon le volvía a dar un micrófono a Ultimate Warrior se iba a arrepentir. La “Pipe Bomb” de CM Punk iba a ser un capítulo de Los Teletubbies comparado con lo que ese hombre podía soltar por la boca, tras dos décadas acumulando bilis. Nada más lejos de la realidad.

Ultimate Warrior salió en la gala Hall of Fame 2014 y en un larguísimo discurso dijo todo lo que tenía que decir. A su modo, con su ego, sus luces y sus sombras (pero educadamente) se reconcilió con el mundo del wrestling y con el mundo en general. Sobre el DVD que Vince Mc Mahon ordenó crear (The Self Destruction of Ultimate Warrior), se mordió la lengua para cerrar el tema con la frase “The DVD was wrong, that’s all”, lo que fue suficiente para arrancar un tímido y cómplice aplauso con sabor a reconciliación.

Pero para mí, para un niño que creció haciendo el Baile de San Vito los sábados y domingos por la mañana, lo más grande de todo no ha sido su feudo con Hulk Hogan. Ni su victoria en Wrestlemania 6. Ni sus promos locas con la vena del cuello amenazando con explotar. Ni siquiera sus electrizantes entradas al ring, que todavía nadie ha sido capaz de igualar.

Lo más grande del Ultimate Warrior ha sido el final de su historia. Lo más grande ha sido que hizo lo que tenía que hacer antes de irse. Ese es el mayor mensaje que nos llevamos de él. Como todo buen guerrero sabe, llega un momento en el que la batalla ha terminado y se deben recoger las armas. Siempre nos enseñó a luchar, a levantarnos cuando más duros eran los golpes, a ponernos en pie cuando peor estábamos, cual Ave Fénix. Pero todavía faltaba el último y más bello mensaje que puede dar un guerrero: el de la honrosa retirada.

Tu cuerpo ya puede descansar, porque tu mensaje vivirá eternamente.

Corre, guerrero, corre...


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