WWE lo ha vuelto a hacer. El año pasado, reaccionó justo a tiempo para ofrecernos un buen WrestleMania y una historia central que dio mucho que hablar con la incorporación de Cody Rhodes a la lucha por el Campeonato Indiscutido de WWE y la finalización de la historia.
Comenzábamos 2025 con mucha emoción, porque WWE nos había prometido un año increíble, cargado de emociones. La llegada de WWE a Netflix hacía prever que el producto todavía iba a mejorar más, pero lejos de la realidad, hasta hoy no habíamos sentido nada fuera de lo común.
Elimination Chamber ha cambiado esa dinámica, no sólo por lo ocurrido en el evento estelar, sino por ofrecernos el show más sólido de la era Netflix. Los combates con estipulación Elimination Chamber han sido notables. Sus historias se han desarrollaro con fluidez y han dejado la puerta abierta a muchas historias que pueden ocurrir en las próximas semanas. También han tenido grandes momentos, como la reaparición de Jade Cargill o el intercambio de golpes entre CM Punk y John Cena.
La lucha sin sanción ha conseguido la reacción de un Rogers Arena muy apagado. Kevin Owens y Sami Zayn han ofrecido un clásico que será recordado por su dureza y su perfección. A una lucha genial, sumar el regreso de Randy Orton ha sido la guinda del pastel para redondear una historia que nos puede llevar a uno de los combates más épicos de la carrera de La Víbora en Wrestlemania.
Pero en esta nueva etapa de WWE faltaba algo, un momento que nos hiciera sentir como cuando disfrutamos de la historia de The Bloodline, una rareza que levantó pasiones entre los fans de WWE durante dos años. John Cena ha realizado un movimiento que recordaremos durante mucho tiempo. Es posible que, en el momento de escribir estas líneas, todavía no seamos conscientes de lo que ha sucedido, pero empezamos a notar que ha sido algo muy grande.
A las puertas de su retiro, John Cena se ha convertido en el chico malo, el chico que dijo que nunca iba a ser. A pesar de que algunos se apuntan el tanto, lo cierto es que la mayoría no lo ha visto venir, y ahí reside la magia. El turn heel de John Cena es algo que anima completamente un Road to WrestleMania que estaba comenzando a morir. Tras las quejas de la victoria de Jey Uso en Royal Rumble, las esperanzas estaban puestas en eel combate de Cody Rhodes.
La grandeza de este momento no es sólo el giro de John Cena en sí, sino el modo de hacerlo y lo que representa. John Cena y The Rock son las dos últimas megaestrellas de la compañía, y ambos están dedicando su vida a Hollywood, más que a WWE. La esencia de forajidos nos recuerda un poco a aquel mítico turn que Hulk Hogan realizó allá en 1996.
Todavía no sabemos qué supondrá este movimiento de WWE. No sabemos si John Cena aparecerá más veces a partir de ahora -aunque sí que es cierto que ha sido anunciaro para la gira de WWE en Europa- o qué hará exactamente, pero lo que tengo claro, muy claro, es que me han entrado nuevamente unas ganas locas de seguir el producto de WWE de cerca.